viernes, 23 de septiembre de 2016

Carlos Jacanamijoy, frente al espejo de agua


El maestro Carlos Jacanamijoy en la inauguración de su obra 'Intersección', por estos días en la prestigiosa Galería Alonso Garcés. Foto: La Pluma & La Herida
Ricardo Rondón Ch.

¿Es el mundo tal cual lo vemos?

La doctora Susana Martínez-Conde, directora del Laboratorio de Ciencia Visual del Instituto Neurológico Barrow de Phoenix (EEUU), se afianza en que no.

La sustentación científica parte de la premisa de que lo que vemos no es siempre lo que hay, porque según la investigadora, nunca podremos saber lo que es la realidad, ya que nuestra experiencia está medida por nuestro cerebro, y que el ojo puede engañarnos, pero que quien en definitiva nos engaña, es el cerebro.

¿Qué lectura hacemos cuando nos observamos en un pozo, o en un espejo de agua?

Podríamos pasarnos el resto de la vida descifrando las imágenes que se reproducen, las percepciones metafísicas, las identidades que se difuminan, como en los sueños, como si esta realidad, tangible como el agua, se escurriera entre los dedos, como en un sueño.

'Al ritmo de la respiración'/ 200 x 128.5/ Óleo sobre tela/ 2016. Foto: Fabián Alzate
Sucede con la obra de Carlos Jacanamijoy, que algunos de sus detractores han calificado de reiterativa, ni hablar de ciertas señoras millonarias que han comprado sus cuadros por catálogo, sólo por el descabellado capricho de que los colores de los óleos combinen con sus espacios de entre casa: los muebles, los decorados, las alfombras. ¡Las cortinas! (Entre ellas está la señora del ex presidente Andrés Pastrana).

Desde luego que esa idónea practicidad para el lujo y el confort para nada incomoda al artista, por el contrario, le produce gracia y reconforta su cuenta bancaria, como tampoco le contraría que digan que sus cuadros son repetitivos. Y viceversa. Aseveraciones de reinas de belleza que, en cuestiones de arte, rompen el hielo y descalabran el aburrimiento en los cócteles inaugurales de las exposiciones.

Sólo que en el espejo de agua interior, que es en su totalidad la obra de Jacanamijoy, hay un fondo universal transgresor, una memoria ancestral de milenios, y la palpable, exuberante y odorífica naturaleza, con sus signos, sus sonidos, su lenguaje propio, y los misterios insondables que saltan a la vista en el fantástico terruño que lo vio nacer.

'Espejo de agua'/ 200 x 124/ Óleo sobre lienzo. 2016. Foto: Fabián Alzate  
Uno cree mirar las pinturas de Jacanamijoy, pero no, es el cerebro quien nos dora la píldora. Son sus pinturas con su poder revelador y su magnificencia cromática las que nos observan y nos escudriñan, las que nos leen y nos dictaminan, las que nos hacen ruborizar y nos mantienen perplejos.

Hay ojos por doquier en las obras de Jaca, como lo llaman sus amigos. Miradas ocultas y vigilantes entre la manigua, como las de los guerreros de Armando Villegas; pupilas iridiscentes de animales al acecho; miradas acusantes, acezantes, sombrías; pero también alteraciones de la realidad, danzas levíticas del diástole y el sístole, marcados ritmos respiratorios, eternos duermevelas míticos entre el follaje húmedo: el paisaje y la memoria en su belleza y palpitar, sabio y sereno, todo lo que nos niega la soberbia y ruidosa civilización.

Intersección, la novedosa muestra de Carlos Jacanamijoy, es otra propuesta del autor para entender desde la ciencia, como lo ratifica la doctora Susana Martínez-Conde, de que si los humanos tenemos una visión similar, es porque nuestros cerebros están cableados de una forma parecida, pero que entre la realidad y la percepción hay una discrepancia abismal, con la paradoja guasona de que es el cerebro quien construye esa percepción.

Que sea el propio Jacanamijoy quien nos ilustre al respecto:

"Duermevela"/  Óleo sobre lienzo, 200 x 130.5 cm/ 2016. Foto: Fabián Alzate
El espejo refleja tu otro yo (Anónimo)

“De pronto, uno no ve lo que demás creen que uno ve. O sucede, quizás, que algunos no vemos lo que los demás acostumbran o pretenden ver por nosotros.

Los demás creen, a su vez, que algunos se han acostumbrado, también, a verse a través de los ojos de los otros. Así resulta, entonces, que hay modos de ver diversos a la hora de querer tratar de entender al uno y al otro, y para comprender a la larga que somos uno.

Intersección es una metáfora de lo que somos como seres humanos. Cada uno de nosotros es una intersección en el sentido más palpable, ya que todo somos uno y que no hay pureza de raza ni de cultura. Mi experiencia de intersección cultural y biológica ha sido un vaivén vital entre lo de los demás (o de los otros) y lo mío.

Desde que tengo memoria, he vivido en la intersección de dos o más mundos, atravesando umbrales culturales y dialécticos.

Crecí hablando el quechua con los pocos hablantes que aún quedan en Colombia, por razones de origen y de resistencia, y hablando el español por razones de supervivencia y de adaptación.

La palabra, como la pintura, tiene su poder. En estas pinturas, quiero compartir mi experiencia de intersección humanizando el acto de pintar, que he concebido como una inmersión ensimismada o intento de comprenderme a mí mismo.

Lo he hecho con el ánimo de avivar el deseo de pintar, congénito en todos, que en el niño se manifiesta muy claro.

Esa inocencia infantil, que pinta, dota a todo de sensualidad, incluyendo a la deshumanización galopante de hoy. En el estado más íntimo, el acto de pintar es un acto de amor.

Esta exposición es una intersección más. Y me ha enfrentado a preguntas esenciales como quién soy yo y cómo la idea de identidad, para nadie, está en el pasado".

“Intersección”, Exposición de Carlos Jacanamijoy abierta al público en la Galería Alonso Garcés (Carrera 5°#26B-92), a partir del 24 de septiembre de 2016. 
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