martes, 10 de enero de 2017

Lady Tabares, ahora ungida por la Safo de Lesbos

Lady Tabares, 'la vendedora de rosas', en el 'chin-chin' chmpañero que selló su unión marital con Cristina Londoño. Foto: Archivo particular 
Ricardo Rondón Ch.

Próxima a cumplir 35 años, Lady Tabares, la legendaria y trajinada Vendedora de rosas, de Víctor Gaviria, como dicen los muchachos de hoy,  ha vivido más empeliculada en la vida real que en la pantalla.

Ahora que comparte feliz las fotos de su boda en su cuenta de Instagram, donde se observa machita y rubicunda, de smokin, corbata y tenis blancos cual relacionista pública de una casa de banquetes, me acuerdo de la respuesta certera y contundente que Al Pacino le da a Lawrence Grobel en su memorable libro, cuando el periodista le pregunta ¿qué es actuar?

-Actuar es no actuar-, contesta el veterano actor.

Tabares, como si se le hubiera adelantado, pero sin decirlo, ha aplicado la fórmula al pie de la letra.

Como conocemos de sus propios labios, y como el propio Gaviria la retrató en su laureada cinta, Lady, bien niña, vivió los peligros, las miserias y la orfandad en los tugurios de la Medellín azotada por la peste narcoterrorista de Pablo Escobar y sus diabólicos secuaces; compartió mendrugos de pan y abrigo de cartones con personajes escalofriantes como El Zarco, y cuando todos creíamos que ya se había hecho mujercita y famosa, de tacones escarchados por la alfombra roja de Cannes, resultó que a punta de durezas y asperezas lo que se hizo fue varón, tras una condena de 26 años por aparecer involucrada en el homicidio del taxista Óscar de Jesús Galvis Osorio, el 16 de agosto de 2002.

Con dos hijos controlados desde la prisión a fuerza de cartas y llamadas esporádicas, y de esa telepatía maternal que no falla, Lady, como es habitual en los penales femeninos, probó de los manjares de Lesbos y le quedaron gustando, y no pasaron muchas lunas para que se aprendiera de memoria los sonetos de Safo, se cortara el cabello al rapé, y canjeara sus delicadas prendas femeninas por overoles de cargazón y camisas rústicas de operarios.

Rubicunda, de cabello corto, y de smokin y tenis blancos, se casó Lady Tabares el sábado 7 de enero, en Medellín. Foto: Archivo particular
Por ser madre cabeza de familia, la justicia le confirió a Tabares en 2015 la libertad condicional. Si el pellejo curtido de la vendedora de rosas aún daba cuenta de las cicatrices de la calle y de la prisión, su corazón emancipado de Hipólita paisa revelaba en su fragor las marcadas pulsaciones del enamoramiento, de un Diástole y un Sístole al borde del colapso.

Lady Tabares contrajo nupcias lésbicas el pasado sábado 7 de enero en Medellín, con quien ahora es su nueva esposa, cita la crónica social, Cristina Londoño, en la foto, vestida de blanco y azahares, plena de la dicha en el brindis champañero con su consorte.

Aunque la pareja se reservó el derecho de admisión, se observa la delicadeza y el buen gusto de las contrayentes en lo concerniente a su recepción: prima el blanco purificado en manteles y decorados, unas relucientes copas de cristal, y entre biombos, rosas blancas y rojas; las primeras, dicen las agoreras, para garantizar el vínculo perdurable, las segundas, símbolo de pasión y entrega.

Al final, Lady dejó impreso en el apartado cibernético unas sentidas líneas de su nueva experiencia:

Gracias mi mujer por llevarme a tu lado en este nuevo camino, espero ser lo que mereces y sueñas. Que Dios te bendiga (sic) y a nuestro hogar.

Una nueva 'película' en la cinematográfica existencia de 'la vendedora de rosas'. Foto: Archivo particular
En palabras más pulidas, las hijas de Ares (dios griego de la guerra) elevaban sus plegarias a Eros cuando se entregaban en cuerpo y alma a sus sacerdotisas elegidas, Amazonas o Argonautas.

Muchos siglos después, Lady y Cristina, bajo los efectos de las uvas maceradas de Baco, repiten la misma película en un salón de banquetes de la capital antioqueña, ¿para siempre? Eso solo lo saben Moiras, Parcas e Hilanderas.

Actuar es no actuar, refrendó el gran Al Pacino. Y la premisa aplica para una boda cualquiera, la puesta en escena más elemental que se haya inventado el hombre desde los tiempos de Caná, en la antigua Galilea.

En Lesbos, cuenta la leyenda, la más machita se amputaba el seno derecho para darles libertades al arco y a la flecha, como símbolo de protección a su pareja.

Que no se vayan a meter con lo que a Tabares corresponde, porque no saben lo que les espera.
Share this post
  • Share to Facebook
  • Share to Twitter
  • Share to Google+
  • Share to Stumble Upon
  • Share to Evernote
  • Share to Blogger
  • Share to Email
  • Share to Yahoo Messenger
  • More...

0 comentarios

 
© La Pluma & La Herida

Released under Creative Commons 3.0 CC BY-NC 3.0
Posts RSSComments RSS
Back to top