domingo, 23 de julio de 2017

Si Uribe patea, Samper matonea

Tanto el senador Uribe Vélez como el columnista Samper Ospina, están en el deber de reconocer sus errores y ofrecer disculpas al país. Foto: Twitter  
Ricardo Rondón Ch.

La explosiva y condenable afrenta del senador  Álvaro Uribe Vélez, Daniel Samper, violador de niños, cayó como una patada de mula arriera en los cojones del columnista santafereño.

Bravas esas mulas de los colonizadores antioqueños, que aún en regiones remotas y escarpadas de la Antioquia Grande que cantaron Carlos Castro Saavedra, Ciro Mendía, Manuel Mejía Vallejo y Jorge Robledo Ortiz, entre otros vates, siguen prestando sus lomos para cargar desde bultos de café y leña, provisiones y trasteos con sus infaltables máquinas de coser y sus enormes cuadros del Sagrado Corazón, y en épocas de guerrillas virulentas, muertos y heridos, armamento y municiones.

Si no le temes a la patada de una mula coscorria, témele a la verborrea incendiaria del arriero, que es la misma con la que ellos, curtidos en las faenas de carga por senderos de herradura, empinados y escabrosos, y en medio de torrenciales aguaceros, tratan a sus animales durante el trayecto: el hijueputazo de rigor termina siendo el más dulce de los apelativos.

¿Han visto ustedes un mulero cargando sus bestias y dirigiéndolas cuesta arriba entre el cascajo resbaloso y la greda? Eso es pa’machos, ¡hijueputa!, dicen los arrieros viejos. Los trajinados animales, al fin y al cabo más tercos que una mula y en ascensos trepidantes, lanzan coces a diestra y siniestra, y uno que otro envión con herradura -porque el exceso de carga es muy dura- va a parar a los tobillos o a las canillas de los costaleros, y es cuando el hijueputazo cual bombarda rompe la paz de los cielos, supera el eco de los truenos e interrumpe en paro la siesta de mi Dios paciencia.

En el entorno que nos tocó en suerte, donde hoy los muchachos se tratan cariñosamente de gonorrea, y el putazo a boca de jarro ya es un terminacho de camaradería nacional que se utiliza hasta para expresar la máxima dicha, como se lo oímos en Francia, entre chascarrillos y güevondas al poderoso Rigoberto Urán, cualquier ordinariez de destripaperros, depende eso sí del tono y de las circunstancias, está más que aceptada tanto por el vulgo como por la burguesía.

El trino que abrió una nueva grieta en el opinadero de las redes del odio y la discordia.  Foto: Twitter 
Cuántos hijueputazos oye uno desde que se levanta hasta que se acuesta, en el transporte, en el puesto de trabajo, a la hora del descanso, en el estadio, en el convite de tragos, los que quiera. Pero que te señalen de violador de niños, sin serlo, eso debe calar en las vísceras como los retortijones agónicos de la peritonitis, porque bien sabido es en este país de violadores de leyes, de mujeres y de menores, que cuando un acto semejante se relaciona con un inocente, el delito no puede ser más atroz e imperdonable. En las cárceles se paga con la violación y con la muerte.

Samper Ospina sintió esa patada de mula en la madre de sus huevos, y una nueva grieta se abrió en el opinadero de las redes del odio y la discordia, con arremetidas verbales, de parte y parte, mucho más procaces y venenosas que las viperinas de los arrieros.

No con una acusación infame y oprobiosa como la que el mandacallar del Centro Democrático le disparó a Samper, pero el periodista hacía rato se lo estaba buscando: dale que dale disparándole dardos al innombrable, a sus hijos y a sus copartidarios, y tanto va el cántaro al agua hasta que lo llena. Hasta que la patada de mula arriera se hizo sentir.

Soberbio, altisonante, con la premisa de que la libertad de expresión no tiene límites y que él puede hacer los chistes que se le da la gana, el youtuber cuarentón se resiste en reconocer que en sus columnas de Semana y en sus diatribas de youtuber es un provocador zafado que no respeta credos ni ideologías ni personas discapacitadas ni, después de la madre que nos parió, lo más respetuoso y arraigado que pueda abrigar un ciudadano como es el terruño que lo vio nacer; y la tapa, tomar por mofa el nombre de una recién nacida en el caso de Amapola, la hija de la senadora Paloma Valencia, por más diferencias repulsivas que tenga con su contrincante. 

Los hijos son sagrados, Samper. usted que lleva el rótulo de padre modelo, debería saberlo. Qué tal entonces lanzarse a pintar payasadas o a escribir chistecitos de mal gusto contra sus hijas, porque sí, porque se me antoja hacerlo, y me ampara la libertad de expresión, y me blindan mis poderosos amigos en las cortes internacionales.

El humor sobredimensionado e irrespetuoso puede ser igual de destructivo y peligroso como el atentado que sufrieron los caricaturistas de Charlie Hebdo. Foto: Charlie Hebdo 
Nadie le había hecho entender al columnista de que el humor irrespetuoso y llevado a la exageración puede llegar a ser tan destructivo y letal como el atentado que en Francia sufrieron los caricaturistas de Charlie Hebdo. Un matoneo incisivo como el de los estudiantes estúpidos de colegios y universidades de estratos altos que se ensañan con el cojo, el feo, el débil, el pobre, el indígena, el retraído, el homosexual, con el que se les antoja, para ponerlo en el paredón de todo tipo de ataques y burlas, con episodios dramáticos como el suicidio de la víctima.

Si Uribe patea, como ha sido su costumbre, inmune a leyes y censuras, Samper matonea, y como está visto que ese proceder le ha generado atractivos dividendos económicos y una fama delirante y estrepitosa, primero desde su nicho en el vecindario babélico de los youtubers, y ahora con su puta obra, que no es más que el discurso reiterativo de sus columnas y sus vídeos, el acumulamiento de gases, como en el edificio de Usaquén, terminó explotando.

La reacción en cadena se hizo visible en la élite de la información que lo respaldó con una carta y con un cúmulo de columnas  que blindan al ofendido pero que no se atreven a cuestionar sus ofensas, desde luego, por su raigambre y posición, porque si se tratara de un cargaladrillos del montón con un sueldo miserable, el mismo colegaje ya lo hubiese molido a palos, empezando por el sumo pontífice de la ética periodística en Colombia, don Javier Darío Restrepo, que tan raro que no se haya pronunciado ante  la furrusca Uribe-Samper.

La mayoría en estas lides pecamos por vanidad y por excesos, por esa ambición de notoriedad y celebridad que auspicia el mal llamado cuarto poder. El de querer figurar a toda costa, posar de creativos y brillantes, y por supuesto, tener siempre contento al que nos contrata, que a su vez es contratista del establecimiento con todas sus oscuridades y corruptelas, menoscabando el respeto y la dignidad de las personas.

Por los líderes políticos y los líderes de opinión debería comenzar el ejemplo. Ilustración de Garzón (hermano de Jaime Garzón)
Yo también pequé por ufanarme de chistoso cuando fui editor del desaparecido diario sensacionalista El Espacio, y corría por mi cuenta su titulación, que era un ejercicio repentista de desparpajo, irreverencia e imaginación.

Recuerdo uno relacionado con la noticia de un hombre que falleció en un motel cuando se disponía a una vespertina de sábanas con una joven amante. Cito antetítulo y título:

Un cincuentón que se pasó de ron y viagra en unas residencias de Chapinero

¡Qué rico, murió tirando!

A los tres días de haber salido publicada la noticia, llegó al periódico la hija del difunto, una joven humilde, bañada en lágrimas, con un reclamo puntual y contundente:

-Señor, ¿usted tiene esposa, tiene hijos, tiene padres? ¿Le gustaría un trato para los suyos como el que usted hizo con el mío? No vengo a demandarlo porque no tengo cómo pagar un abogado, y no me interesa hacer público un escándalo. Sólo vine a hacerle caer en cuenta su irrespeto y su ignorancia. Hasta luego.

Quedé petrificado, avergonzado, corto en disculpas, y con justa razón. Y no podía salir con el cuento inadmisible de que la gente no tiene sentido del humor ni la capacidad de interpretar una sátira o de burlarse de sí misma, y menos inflarme de arrogancia para aclarar que yo hago los títulos y los chistes que me da la gana, que es el síntoma patético de la ofensa y del matoneo.

El humor, por inteligente, no debe sobrepasar las barreras. Quien más que el youtuber de 40 para tenerlo en cuenta, él privilegiado por el padre y maestro que ostenta, uno de los grandes humoristas que ha dado Colombia, Daniel Samper Pizano, caballero dilecto e irreductible en sus valores y principios desde su fina y elocuente pluma, versión en el trazo del decano y leyenda viva de los caricaturistas, el maestro Héctor Osuna.

.A ellos sí hay mucho que aprenderles.

Picaporte: A ver la solidaridad con las damas ofendidas por Ramón Cardona, concejal de Santa Rosa de Cabal, cuando se hizo el chistoso al decir que las mujeres, como las leyes, son para violarlas…
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